Más temprano que tarde, venceremos, claman las voces compañeras
Como un mantra, como un himno,
casi un aforismo,
y yo pienso y re-pienso:
Más temprano que tarde,
¿porque cada día nos convoca el deseo?
Más temprano que tarde,
¿porque cada noche nos desvela la injusticia?
No, compañerxs,
no romanticemos estas batallas,
no asumamos lo duradero de nuestras conquistas reales o posibles.
Más temprano que tarde…
resuena pero que no se malentienda
No caigamos
en el vicio del apuro
en la vorágine del resultado
en el delirio de la objetivación
en las trampas del lenguaje que nos atraviesan
Esas según las cuales llegaremos a alguna parte
donde ya no tendremos que luchar:
eso, compañerxs, ¡es la muerte!
No.
Encontremos el camino, en esos signos que señalan
que al enemigo, también, lo tenemos adentro
que en cada unx conviven lo bueno,
lo malo,
lo oscuro
y lo que en lo oscuro resplandece.
Sepamos
que así como lo malo se transmuta en potencia
así también,
lo bueno
puede convertirse en estupidez.
No.
No corramos hacia la victoria porque lxs que corren, huyen,
y quienes se nutren del desastre
percibirán la debilidad,
y harán bacanales sobre las cenizas de nuestro empeño.
Seamos capaces de sentir cada paso,
y de sentir en cada paso
el clamor histórico de estx animal humanx que somos,
que se obnubila con las estrellas y con los encuentros
desde que el mundo es mundo,
que en primera o última instancia
sólo necesita unx otrx y el calor del fuego de la tribu,
que ahuyenta los monstruos y disipa las sombras.
Seamos capaces de esperar,
de detenernos sí alguien quedó atrás
De retroceder, sin dudarlo,
si es para levantar a lxs que cayeron.
Y quizás así, más temprano que tarde,
no lleguemos a un lugar sino a un sentir colectivo
y comprendamos
que es mejor tarde
que nunca.