29 de julio de 2010

Era de la clase de personas que creían que el mundo era un lugar muy simple. Que el pasto era verde porque sí, que el cielo estaba arriba y la tierra abajo y en el mar había olas y mareas que cumplían irrevocablemente un ciclo así como todo aquello a su alrededor pero no le era necesario cuestionarse el por qué. Realmente pensaba que no había ningún misterio que no pudiera ser develado, es más, pensaba que no había misterios. Pensaba que no había más que lo que los sentidos puedieran percibir. Creía en lo que sentía y en lo que pensaba, y eso era bueno; El problema era que no sabía que no era suficiente con creer en lo que creía y pensar lo que pensaba. No creía en ningún dios, porque le asustaba demasiado la idea de algo que no pudiera concebir en su universo de corporalidad. Por eso no creía tampoco en el destino; ni en nada que pudiera abrir la puerta a los interrogantes. Le aterraba, de hecho, el simple hecho de pensar en que en algún momento podía llegar a abrirse esa puerta, le aterraba la posibilidad de caer en esa espiral de preguntas sin respuestas y de dudas y de la certeza de nunca hallar soluciones. Nada le daba más miedo que imaginar como sería si su mente se convirtiese de pronto en un albergue de cuestiones existencialstas de esas que consumen tiempo y estiran los nervios; dejándolos frágiles como el cristal. Creía, además, que no eran necesarias en absoluto. No era capaz de ver de qué manera exagerada estaba haciendo caso omiso de todo con tal de no admitir su vulnerabilidad. La vida entonces le resultaba muy simple, una cosa que simplemente existía para ser vivida; los motivos de estar, él por qué existía, no quería ni podía saberlos, pero la casualidad era su más fiel aliada para permanecer en su burbuja de realidad. 
Le alcanzaba con su trabajo, le alcanzaba con su departamento de dos ambientes, su gato, su computadora y sus amigos; todo ello era más que suficiente para que considerara que su vida estaba bien así.
Hasta que finalmente, un día, se dio cuenta de que se equivocaba.

18 de julio de 2010

Allí estaba tu nombre, amor, escrito por manos que nunca te conocieron, 
por manos que ignoraban las tuyas, por manos que eran de un cuerpo 
al que nunca abrazaste, al que nunca tocaste. 
Y pensé en algo parecido a un insulto. 
No me gustó que tu nombre hubiera estado
en manos tan ajenas a vos, tan ajenas a mí, tan ajenas a nosotros. 
Pero a la vez, hubo algo que sí me pareció lindo. Tuve la sensación de que tu nombre empezaba a volar por sí solo, que ya no nos necesitaba. 
Está bien, es una forma de seguir perdiéndote, pero éste frío cruel 
me quitó ya tantas cosas, que quedarme sin tu nombre, 
es apenas quedarme sin tu nombre.

12 de julio de 2010

Under the bridge.

Sometimes I feel like I don't have a partner.
Sometimes I feel like my only friend.
Is the city I live in, the city of angel; Lonely as I am, together we cry.
I drive on her streets 'cause she's my companion; I walk through her hills 'cause she knows who I am.
She sees my good deeds and she kisses me windy.
I never worry; now, that is a lie. 
I don't ever want to feel like I did that day. Take me to the place I love, take me all the way.
It's hard to believe there's nobody out there. It's hard to believe that I'm all alone.
At least I have her love, the city, she loves me. Lonely as I am, together we cry.
I don't ever want to feel like I did that day. Take me to the place I love, take me all the way.
Under the bridge downtown, is where I drew some blood. Under the bridge downtown, I could not get enough. Under the bridge downtown, forgot about my love. Under the bridge downtown I gave my life away.

5VIII20

Cartografiar el vínculo reclama deconstruir la noción que se oculta en el verbo tener. Vínculo como categoría supraordenada a yo a la s y la...