29 de junio de 2012

Tantas palabras escritas, escritas por azar, escritas porque sí, escritas con el objetivo idiota de comunicar, transmitir, demostrar con esa soberbia intrínseca que algo de eso es posible cuando nada es así.
Estamos solos, encerrados en lo que somos y esa es la única verdad de las estrellas. Que nunca vamos a olvidarnos de nosotros mismos. 
Aunque lo intentemos.
Y que  la garantía de las soledades ajenas no compensa ese vacío ni esa pérdida anticipada, pérdida en potencia de lo que no voy a tener, de las horas que no voy a vivir
y despertarme uno y otro día tocando fondo para descubrir que tal cosa no existe, jamás existió, dejar ir mi mente como si fuese a llegar a alguna parte alguna vez, echarle la culpa al tiempo y al mundo como si existieran fuera de mí, creer que puedo llenar mis manos, creer que tus ojos pueden encenderme, creer que mi sombra no es más que eso, entregar cada parte de mi ser, esclavizar mi cerebro, ahogarme en mi sangre, encontrar un mensaje en las lágrimas, buscar la infinidad en el horizonte, mirar a la nada eterna de arriba y a la nada agonizante de abajo y seguir, seguir caminando siempre, tratando de entender cuál es la manera de ver manantiales en las estrellas solamente por el hecho de permanecer en un desierto de insignificancia, de rostros sin cara, de mentes sin esencia, de pupilas que se dilatan para comprender lo etéreo y efímero de la realidad. 
Estoy tan cansada...

13 de junio de 2012

5VIII20

Cartografiar el vínculo reclama deconstruir la noción que se oculta en el verbo tener. Vínculo como categoría supraordenada a yo a la s y la...