insensibilizar el discernimiento, apuñalar sin piedad la moral, la lógica;
mi resignada noción de humanidad, intrínseca,
de la que no puedo escapar sin importar qué tan rápido corra, qué tan alto vuele,
cuántos kilómetros de distancia ponga entre mi mente y yo.
Y decir todas las palabras sin importar su sentido, y gritar entre líneas mi dolor,
y cerrarle la puerta al pasado recurrente
aunque sea yo la que quede del lado de afuera.
Y volver a los umbrales que tantos amaneceres me vieron esperarte,
y finalmente saber que no les pertenezco,
y dejarlos atrás sin dar un paso en falso.
Saltar al vacío, fluctuar entre todas estas realidades como manantiales,
escupir sobre cada uno de los límites, apostar a todo o nada
si total la noche es nuestra y mis sentidos no hacen más que descubrirte.
2 de marzo de 2012
Necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre, postres de abuela y torres de caramelo.
Y que ponga tachuelas en mis zapatos para que me acuerde que voy caminando, y que cuelgue mi mente de una soga hasta que se seque de problemas y me lleve...
Y que este en mi cama viernes y domingo,
para estar en su alma todos los demás días de mi vida.
Y que me quiera cuando estoy, cuando me voy, cuando me fui,
y que sepa servir el te, besarme después y echar a reír. Y que conozca las palabras que jamás le voy a decir,
y que no le importe mi ropa si total me voy a desvestir,
para amarla, para amarla.
Necesito alguien que me emparche un poco y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre, postres de abuela y torres de caramelo.
Si conocen alguien así, yo se los pido, que me avisen porque es así totalmente quien necesito.