17 de abril de 2013

170413

Hay palabras que no guardo,
que se convierten en papel,
que se convierten en tumbas,
que se diluyen con las paredes.
Hay palabras que no entiendo, que son tu nombre.
Palabras que no pude inventar, que son las tuyas.
Palabras que no son tales;
que describen
la dualidad constante del mundo y tus manos
la sinonimia de tu cuerpo y el mío
la distancia entre mis ojos y las estrellas
la cadencia de la respiración de la vida
el silencio incorrompible de la ausencia
los umbrales inmaculados de nuestro jardín
la escoria intrínseca del espíritu que nadie quiere ver.
Palabras que gritan en la cara de la indiferencia que nadie quiere escuchar,
que se retuercen en el inconsciente colectivo sin que nadie las sueñe nunca,
palabras que encarcela el sinsentido,
que tortura la decadencia,
palabras que me persiguen;
palabras que jamás voy a saber decir.

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