La visión
del descenso inesperado en un encuentro onírico,
nietzscheano, con el ocaso, el propio.
Con sus violetas y sus naranjas, del lado equivocado del mundo
veo el sol sobre el mar en su camino al horizonte
profundo, incitador, reflexivo
y denegado
por la simbolización del imperativo cultural
el zeitgeist contestatario
la réplica de la decadencia disfrazada de revolución.
Hoy
La sublevación
la real, la mía.
Detonada por una palabra en un portal
que separa la cosa humana de su realidad
en el momento exacto, al agente preciso
con la más predecible compañía
lo contrario, el complemento, en una y la misma figura.
Todo estalla, todos gritan, corren.
Yo recorro y observo
la realización.
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