Hay que perderse
en el ritmo, en el vértigo,
hace falta cerrar los ojos para ver
hace falta dejarse ir para entender qué es real
porque no sirven las horas para medir el tiempo
ni sirven los latidos para medir la vida.
La sangre siempre se derrama, el reloj jamás se detiene
La noche siempre se termina
y yo estoy más sola que nunca.
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