Su hogar es una cárcel donde la soledad se perdió entre los años, entre una y otra frustración.
Sentada en el piso del baño se encierra a vomitar palabras que jamás serán leídas, o escuchadas, pero existen. Y él se consume y ella fluctúa entre la realidad y ésa voz espacial que no la abandona.
Y vuelve en busca de paz a dormir bajo la tormenta y percibe un mundo que agoniza, una familia que descansa, un amigo que se desvanece, un alma que se aísla, un amor que se aleja al frío de siempre, un recuerdo que perdura; y abre la ventana de par en par recordando ese cielo que es el mismo y se duerme, viaja en su sangre, proyecta su dolor, se despierta con todas las heridas abiertas ya sin marcas en sus venas y no importa, porque los días son iguales y su espera jamás termina, su memoria está intacta, la sangre sigue fluyendo y otra vez la noche y el cielo y la inconsciencia y la vorágine del reloj devorando el amanecer jugando una carrera con el destino pero jamás la muerte, jamás él.
1 comentario:
Genial loca! Me encantó
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