13 de abril de 2011

No sé si todos los días son raros o la rara soy yo. Hoy fue especialmente extraño. No, ya sé lo que pasa. Esto de la levedad y el peso me traumó como tantas otras cosas y casualmente tengo la sensación de que el clima se adapte a mi estado de ánimo y que ambos sean asquerosamente cambiantes y ya no tiene sentido que éso me llame la atención. Y todo está casualmente relacionado a saber que hoy a la mañana, ese peso que me aplastaba contra la pared en la que suele convertirse mi cerebro en ésos momentos, se transformara progresivamente en aire, en nada, que me hiciera sentir tan insustancial como ahora. No está tan mal, creo. Flotar sin causa se siente menos mal que caer siempre en lo mismo.

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