3 de mayo de 2010

Silencio.



Mi casa tan lejos del mar.
Mi vida tan lenta y cansada.
Quién me diera tenderme a soñar,
una noche de luna en la playa.

Morder musgos rojizos y cálidos,
y tener por fresquísima almohada,
un montón de esos curvos guijarros,
que ha pulido la sal de las aguas.

Dar el cuerpo a los vientos sin nombre,
bajo el arco del cielo profundo,
y ser toda una noche, silencio,
en el hueco ruidoso del mundo.

Juana de Ibarbourou

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